La Navidad es una época del año en la que celebramos el nacimiento de Jesús con nuestros seres queridos. Pero, por una fe inquebrantable en ese mismo Jesús, cristianos de todo el mundo tienen sillas vacías en sus mesas durante cada Navidad. Una de las sillas vacías está en la casa de Rafif, de apenas once años, en Irak. Su padre fue asesinado en un violento ataque contra cristianos. Para ella, la Navidad plantea una difícil pregunta: «¿Por qué tuvo que morir mi padre por causa de Jesús? Las clases de educación cristiana, con el apoyo de Puertas Abiertas a través de nuestros colaboradores locales, ayudan a niños como Rafif a permanecer firmes frente a la persecución.
Orejas de reno, un vestido con brillantina y una gran sonrisa: Rafif está completamente lista para celebrar la Navidad. Rafif nos muestra la casa donde vive junto con su madre y sus abuelos. Se pone de puntillas para poder colocar el último adorno en la copa del árbol de Navidad y nos enseña los diferentes adornos, que están colocados por todos lados. «La Navidad siempre es bonita» dice Rafif; «Te diviertes, te ríes y, sobre todo, pasas tiempo con las personas que quieres».
Pero mientras Rafif se prepara para la Navidad, sabe que hay alguien que le falta. Siempre ha faltado en su vida. Por causa de la persecución, hay una persona amada a la que Rafif siempre echa de menos durante la Navidad: su padre.
Rafif se arrodilla junto a una escena de la Natividad situada en una cueva de cartón - piedra: hay heno, marionetas representando a Maria y José y, por supuesto, el bebé Jesus en el pesebre. «Esto lo hizo mi padre», dice Rafif mientras coloca cuidadosamente algunas figuras en la escena. «Nunca le conocí, pero cada año, cuando monto este belén, siento que, de alguna forma, él también está ahí durante la Navidad».
Hace once años, mientras Rafif aún estaba en el vientre de su madre, Raddif salió a lo que parecía ser un día normal de trabajo en su tienda, cerca de la Universidad de Mosul. Pero fo fue así. Raddif se dio cuenta de que habían colocado unos explosivos que estaban a punto de explotar mientras un autobús lleno de estudiantes cristianos provenientes de diferentes ciudades se acercaba. «Cuando vio la bomba, corrió hacia el autobús, les gritó y les hizo señas», dice Rafif. «Les dijo: “No os mováis o moriremos todos”».
El conductor del autobús hizo caso a Raddif y detuvo el vehículo justo antes de la explosión. Gracias a su heroica acción, solo murió uno de aquellos estudiantes cristianos, pero Raddif pagó un alto precio: se enfrentó al peligro y lo pagó con su vida. Murió antes de conocer a su hija.
«Odian a los cristianos», dice Rafif cuando le preguntamos si ella sabe cual es la razón por la que los extremistas querían hacer aquello.
«Querían expulsar a los cristianos del país, e incluso de este mundo, y por ello trataron de asesinarlos».
En una ocasión, acompañamos a Rafif a su iglesia. Está decorada con adornos de colores para celebrar la Navidad. Los padres dejan a sus niños y algunos se quedan a charlar un rato, mientras los pequeños corren de inmediato para jugar con sus amigos. Para Rafif estos momentos pueden ser dolorosos. «Cuando oigo a mis amigos hablar y decir “Mi padre hizo esto conmigo, mi padre trajo aquello”, le pregunto a Dios: “¿Por qué te llevaste a mi padre? ¿Por qué hiciste esto?”»
Aun cuando la mayoría de estos niños tienen a su padre, ninguno de ellos es un extraño a la persecución. A su temprana edad (los niños reunidos tienen entre 8 y 12 años) todos comparten terribles recuerdos de los extremistas del Estado Islámico tomando las llanuras de Ninive en 2014.
Aunque para algunos de ellos el recuerdo será simplemente haber presenciado como su iglesia se ha convertido de la noche a la mañana en un campo de refugiados, otros aún tendrán pesadillas nocturnas sobre los hombres con largas barbas cogiendo las monedas de sus bolsillos después de haber tenido que dejar todas sus pertenencias atrás. Muchos niños nunca regresaron a la casa de la cual huyeron. Rafif, por ejemplo, viene desde Mosul, un lugar aun considerado inseguro por la persecución contra los cristianos.
Para los cientos de miles de niños cristianos de Irak, es esencial poder construir una sólida relación personal con Jesús, incluso a pesar de su temprana edad, para que puedan resistir con fuerza las tormentas de la persecución, tanto ahora como en el futuro. Por ello, Puertas Abiertas invierte en estos niños a través de sus redes y colaboradores locales.
Moshriq, uno de los profesores de Rafif, dirige el Centro y coordina el trabajo de los 20 maestros que educan a los niños en este lugar. «Dividimos a los niños por grupos de edad. Contamos a los niños historias, pero también hacemos actividades para que se sientan parte de esas historias. Si no apoyamos espiritualmente a estos niños, no podrán superar el dolor y el sufrimiento que padecen».
«Es importante para los niños sentirse como en casa en la iglesia y hacer suyas estas historias», nos cuenta Moshriq. «Ocho semanas antes de la Navidad, comenzamos a enviarles lecciones diarias online acerca de la historia y el significado de la Navidad. Continuamos luego con reuniones semanales para, posteriormente, ayudar a los niños a que puedan explicar la historia de la Navidad en sus propias palabras o a través de una pequeña obra de teatro. En el día de Navidad, todos participan de esta manera en el culto».
Las lecciones ayudan a Rafif a reflexionar sobre lo ocurrido con su padre. «Hay historias en la Biblia en las que gente salva la vida de otras personas», dice Rafif. «Cuando oigo esas historias pienso: “¡Vaya, ese es mi padre! Él también murió para salvar la vida de otros, igual que las personas especiales de la Biblia”».
Gracias a las clases, la Biblia cada vez le resulta más familiar a Rafif. Dice: «Siempre que siento que no estoy en el lugar correcto, leo la Biblia. Eso me da confianza en que sí estoy en el lugar correcto».
Rafif sabe que Irak no es el único lugar donde se persigue a los niños por su fe. En todo el mundo, millones de niños echan de menos a sus padres, se enfrentan a la violencia y son discriminados por su fe.
«Cada uno de esos niños debería tener una clase de discipulado como yo», dice Rafif. «Necesitan conocer sus raíces y saber cuál es la verdad, cuál es la razón por la que sufren».
Al igual que Rafif, Puertas Abiertas cree que todos los niños que son perseguidos por su fe deben recibir protección y atención para brindarles un futuro mejor, así como garantizar la supervivencia a largo plazo de la iglesia. Aquí es donde entras tú. Los niños de la Iglesia Perseguida necesitan tu compromiso y tus oraciones para que esto sea posible.
Puede que Rafif no pueda compartir una comida navideña con su padre este año, pero tiene una pequeña esperanza que le reconforta y fortalece. Un trabajador de campo de Puertas Abiertas dice:
«En medio de la oscuridad de este país lleno de persecución, los niños han encontrado un destello: Jesús, que vino a esta tierra y sigue estando con nosotros».