En Asia Central, acercarse a Jesús puede suponer un gran riesgo. Aquellos que lo hacen sufren vandalismo, amenazas, palizas y son oprimidos por razón de su fe.
En este sentido, para los nuevos creyentes de trasfondo musulmán, la fe en Cristo tiene un alto precio. Puede implicar que sus hijos no puedan ir a la escuela, que su ganado no pueda pastar o no tener agua para regar los cultivos. «La persecución es
una ola creciente», dice Ruslan, un creyente de Asia Central. «Empieza poco a poco y luego va aumentando».