Sus padres y su hermana estaban en China, su hermano menor con un tío. Ella había sobrevivido a la gran hambruna de los años 90, en la que tres de cada cinco de sus compañeros de clase murieron, pero, en este momento, deseó estar muerta también.
No había nada por lo que vivir, ni siquiera nadie con quien hablar. Nadie, excepto el Dios de su abuela. ¿Podría este Dios invisible salvarla?