En muchas partes del mundo, seguir a Jesús es un crimen. En algunas ocasiones, está penado con duros castigos. No obstante, alrededor del mundo hay millones de cristianos clandestinos, y muchos de ellos viven en Asia Central. Para estos creyentes, compartir
su fe en Jesús puede ser una misión imposible.
Aunque no todos siguen el mismo proceso ni se trata de un recorrido lineal, la mayoría viven circunstancias similares en su caminar con Cristo que les llevan desde la más absoluta clandestinidad hasta la valentía para compartir a Cristo hasta las últimas
consecuencias.