Níger vuelve a aparecer en la Lista Mundial de la Persecución y, además, es uno de los que más ha subido este año. La razón principal es la creciente influencia de los grupos islamistas radicales que han impuesto la sharía y han provocado el desplazamiento de millones de personas.
En el pueblo suroccidental de Bomoanga, cerca de la frontera con Burkina Faso, la población vive en un estado de miedo constante. Las noches son especialmente peligrosas, aunque la luz del día tampoco ofrece mucha seguridad.
A principios de enero, tres adolescentes fueron secuestrados cuando volvían a la escuela, entre los pueblos de Ngoula, a 35 km de Bomoanga, y Djayeli. Un cuarto logró escapar.
«Estos chicos pueden ser liberados dentro de algún tiempo o se les ofrecerá unirse a las fuerzas de combate», dijo el reverendo Mauro Armanino, sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas, al sitio web de noticias católicas Fides. «Podrían desaparecer para siempre al igual que decenas de otros secuestrados en torno al lago Chad, donde Boko Haram, el Estado Islámico y bandidos comparten las mismas estrategias terroristas», dijo.
Bomoanga, a 125 km de la capital, Niamey, se encuentra en la región fronteriza entre Níger, Malí y Burkina Faso. La zona ha experimentado un aumento de la violencia yihadista y de los secuestros en los últimos años. En enero de 2018 uno de los grupos secuestró al sacerdote italiano Pierluigi Maccali, en su parroquia de Bomoanga. Fue liberado dos años después, en el norte de Malí.
El aumento de los ataques de diversos grupos islamistas radicales ha provocado el desplazamiento de 2,5 millones de personas en la última década.
En la región de Ngoula, en Níger, dejan atrás pueblos vacíos. «Los habitantes de 24 aldeas han huido a ciudades mejor protegidas por las fuerzas gubernamentales», informa Fides.
El reverendo Armanino dijo al sitio web de noticias que los militantes estaban obligando a la gente a vivir según las reglas de la Sharia salafista. «Han introducido el uso de pantalones negros recortados y barbas para los hombres y velos completos para las mujeres, e imponen el impuesto islámico “zakat” sobre los bienes, ya que su dinero hace tiempo que se ha agotado», dijo el líder de la iglesia.
A los cristianos se les prohibió llevar cruces y reunirse en las iglesias, por lo que «en Bomoanga se ora en los patios de las casas», dijo. «Reunirse en las iglesias es peligroso porque la mayoría de las comunidades se han visto amenazadas por hacerlo, lo que ha provocado la muerte o la destrucción del pueblo».
La crisis ha dejado a 3,8 millones de nigerinos necesitados de ayuda humanitaria, incluidos los alimentos, según ha señalado el Programa Mundial de Alimentos en un informe reciente.
Los militantes han ordenado a los aldeanos que se queden en casa y no visiten los mercados o sus campos, lo que ha provocado un aumento de la pobreza, dijo el reverendo Armanino. «La cosecha de mijo, un alimento básico para la población de la región era prácticamente nula cuando llegaron los nuevos “amos” en la época de la cosecha», dijo a Fides, añadiendo que los agricultores «se defendían» porque no quieren abandonar sus tierras y hogares.
Señor, te pido que guardes a cada hijo tuyo en Níger de las garras de la persecución. Fortalece a tu pueblo, para que su fe no falte, y líbralos del mal. Da sabiduría a los líderes para tomar las decisiones necesarias para que cese la violencia. Amén.