El 13 de febrero de 2017, el pastor malasio Raymond Koh fue secuestrado, en lo que parece una operación de precisión militar, tal como se ve en las imágenes captadas por una cámara. Desde entonces, su mujer Susanna y sus tres hijos (Jonathan, Esther y Elizabeth) no le han vuelto a ver o a saber nada de él y los responsables todavía no han comparecido ante las autoridades. El único atisbo de esperanza apareció cuando la Comisión de Derechos Humanos de Malasia declaró que la policía nacional es responsable del secuestro. Susanna cree firmemente que tiene que hacerse justicia, y que la historia de Raymond tiene que ser conocida, así que ha interpuesto una demanda contra la policía (e, indirectamente, contra el Gobierno malasio).
El juicio comenzó la semana pasada.
Recientemente, hemos hablado con Susanna por Zoom para conocer acerca del juicio y saber cómo nosotros, su familia en Cristo, podemos orar por ellos.
Tres días después de comenzar el juicio, Susanna nos contó que está animada. La semana pasada, el tribunal escuchó en el estrado al primer y decisivo testigo, Roeshan. Él presenció el secuestro del pastor, acudió a la comisaría y denunció los hechos. Antes de la comparecencia de Roeshan, el abogado defensor presentó varios argumentos que reflejaban cómo la oposición iba a enfocar el caso. «Cuestionaron y objetaron tantas cosas antes siquiera de comenzar», compartió Susanna. «La defensa objetó contra el testimonio de Roeshan, diciendo que se lo había inventado, y también pusieron en duda la veracidad del vídeo captado por la cámara de vigilancia. Básicamente quieren negar la implicación de la policía y no admitir nada».
El juez escuchó el testimonio de Roeshan, así como el del policía, que daba fe de la autenticidad del vídeo. «La verdad es que eso me animó mucho», admite Susanna. «El testigo lo hizo muy bien. Y pensamos que el juez fue bastante justo.
Nuestra hermana expresó su esperanza si el juez Su Tiang Joo falla a su favor: «Si Raymond está vivo, que le liberen. Si no está vivo, queremos saber dónde está su cuerpo. Queremos que los responsables sean detenidos y juzgados. Por lo que se ve, el Estado no va a reconocer ninguna implicación. No conseguiremos justicia absoluta, pero sí cierta justicia, y la tranquilidad de saber que esta denuncia pueda disuadir a cualquier policía de actuar así [otra vez]».
Susanna ve la provisión de Dios en muchas cosas, sobre todo en lo relativo a los abogados que han acudido en su ayuda desinteresadamente. Dice que Dios respondió a sus oraciones por medio de los tres abogados que están luchando por su familia. «Tenemos abogados excepcionales que nos defienden y, gracias a Dios, no nos están cobrando por sus servicios. Son abogados de primera categoría, muy reconocidos en nuestro país. Dios ha sido tan bueno».
Nuestra hermana malasia admite que está sufriendo mucho estrés y presión, pero siente paz porque Dios está con ella. Esta valiente esposa y madre está decidida a buscar justicia.
«Hay muchas personas, y muchos cristianos, que no quieren que sigamos con esto», explica Susanna. «Dicen que intentemos buscar otra solución, que intentemos reunirnos con el primer ministro o con alguien que tenga poder y pueda negociar y resolver el caso lejos de los tribunales, debido a lo delicada que es la situación del país. Pero intentamos hablar con el fiscal general y no quiere saber nada del asunto. Así que no tuvimos otra opción que continuar con la denuncia».
Susanna recuerda el día en que decidió poner la denuncia. Durante semanas, había estado hablando y orando sobre esa gran decisión, y le pidió a Dios una señal en concreto: un águila.
«Estaba leyendo la historia de Gedeón en Jueces y me inundó la certeza de que, aunque seamos pequeños e insignificantes, Dios está con nosotros. Es como luchar contra los madianitas. Y al igual que Gedeón pidió el vellón, yo también pedí una señal: un águila. De vez en cuando veo algún águila desde mi balcón. Es muy especial para mí. Me recuerda a la presencia de Dios, que me fortalece para una misión. Pienso en Isaías 40:31».
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Ese día —justo antes de tener que decidir si poner la denuncia y entregar la carta a los abogados— vio un águila y supo que Dios estaría con ella cuando tuviera que contar la historia de Raymond ante el tribunal, y así buscar respuestas y justicia.
«Llevaba meses sin ver ninguna. Pero entonces apareció una, volando sobre mí», comparte. «Me puse tan feliz, empecé a saltar en el balcón y a decir: “Señor, me has dado una señal”. Leí el pasaje bíblico y sentí mucha paz».
Susanna ve cómo Dios está renovando sus fuerzas de muchas maneras en medio de este proceso judicial. «Ya llevamos casi siete años sin Raymond», dice. «Y sí, todo esto es muy agotador, pero siento Su fortaleza. Saber que Dios está con nosotros me ayuda a seguir adelante. No se trata solo de mí o de mi familia, sino también del país y del sistema judicial.
«El día después del secuestro, Puertas Abiertas me pidió que concediera una entrevista para ser publicada. Recuerdo que pensé: “¿Debería guardar silencio?”. Pero algo en mi cabeza o en mi corazón me dijo: “Se lo han llevado a escondidas, así que voy a hacer que el mundo entero lo sepa”. Al final, se trata de escuchar lo que Dios nos está pidiendo. Él se ocupará de todo».
Puertas Abiertas está acompañando a Susanna, Jonathan, Esther y Elizabeth durante el proceso judicial mediante por medio de oraciones y con su asistencia, visitándolos en Malasia y animándolos.
Señor, te doy gracias por la firmeza de Susanna Koh y su familia, y te ruego que los sigas guardando durante todo este proceso. Oro que permitas que puedan obtener justicia y ser resarcidos, y también que permitas que algún día vuelvan a ver a Raymond. Amén.