Reva* ha crecido en un hogar multiconfesional en Indonesia, siendo su padre musulmán y su madre cristiana. La joven es cristiana, pero ha estado punto de convertirse al islam. ¿Por qué? Porque quiere que sus amigos dejen de burlarse de ella.
«Cuando mi primo se convirtió al islam, pensé en hacer lo mismo», comparte Reva. «Creía que ser musulmana me haría la vida más fácil. Que mis amigos dejarían de reírse de mí».
Los compañeros musulmanes de Norman* le llaman «Sus» o «Jesús». Este estudiante de secundaria indonesio todavía recuerda el día en que sus «amigos» le llevaron de improvisto a la mezquita de la escuela y le ordenaron que recitara la shahada (el credo islámico).
Este es el tipo de ataques que los jóvenes cristianos indonesios como Norman y Reva reciben a diario en la escuela. Pero al pertenecer a la minoría religiosa de un país en el que casi el 90 % de la población es musulmana, tienen la impresión de que lo único que pueden hacer es sonreír y asentir. Hay tantos creyentes que no son conscientes de que son objeto de discriminación y persecución. «Solo son bromas; no me lo tomo en serio», afirma Norman, defendiendo a sus compañeros. «Me pasa tan a menudo que ya estoy acostumbrado».
Los jóvenes cristianos solo representan un 1-3 % de los estudiantes en las escuelas públicas del país, y no reciben el mismo trato que sus compañeros musulmanes.
Recientemente, gracias a un campamento de jóvenes organizado por colaboradores locales de Puertas Abiertas, Norma, Reva y otros 90 estudiantes de secundaria se dieron cuenta de que realmente estaban siendo discriminados y acosados por su fe. Durante una de las actividades en grupos pequeños, los estudiantes compartieron sus diversas experiencias de burla por parte de sus compañeros musulmanes. «A veces oigo cosas como: “Si decides seguir a Jesús, acabarás crucificado como Él”. Les gusta meterse con los cristianos. Pero a mí no me molesta. Ya estoy acostumbrado», comparte otro estudiante llamado Raymond*.
Linda*, una profesora cristiana que fue al campamento con sus alumnos, comparte cómo las enseñanzas que escucharon le han abierto los ojos: «Yo no sabía que mis alumnos estaban siendo acosados. Pero, gracias a este campamento de jóvenes, su fe se está fortaleciendo».
En el campamento, los estudiantes también aprendieron cómo reaccionar ante el acoso: con la verdad, sin miedo y con amor. Para algunos de ellos, como Reva, lo que aprendieron en el campamento les ha cambiado la vida: «He descubierto que Dios existe de verdad y que está presente en mi vida».
Demos la gloria a Dios por lo que está haciendo en la vida de estos jóvenes indonesios y por los profesores cristianos que perseveran, aun en situaciones tan incómodas y frustrantes.
*Nombres cambiados por motivos de seguridad.
Señor, te doy gracias por el trabajo que se hace con los jóvenes en Indonesia. Te ruego que los ayudes a conocerte y permanecer firmes en ti, sin apartarse a pesar de la persecución. Oro por un cambio en la dirección radical que ha tomado el gobierno del país. Amén.