Rachel estaba temblando, escondida en la esquina más recóndita de la casa mientras alguien aporreaba su puerta.
Lo que Rachel jamás esperaba que fuera a ocurrir, ocurrió aquel día. La policía secreta había ido para arrestarla. Miró a su hija de nueve años y la aferró a su pecho completamente aterrada. Éste era el precio más alto que tenía que pagar por ser líder en la iglesia en Irán: criar a tus hijos bajo una persecución extrema.
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