Pengdwende parece joven, casi demasiado joven para las responsabilidades que ha asumido. Se reunió y habló con visitantes de Puertas Abiertas que llegaron a Burkina Faso para brindar atención postraumática y ayuda de emergencia. Su tono es casi
inexpresivo, tal vez derivado de su resignación al hecho de que hay ciertas realidades (terribles) que los seres humanos pueden hacer muy poco más que aceptar.
Cuando se le pregunta cómo se produjeron los cambios en su país, explica: «Primero, un predicador musulmán, Malam Dicko*, vino a nuestra zona y empezó a predicar una nueva corriente musulmana en las mezquitas. La gente empezó a sumarse a esa
nueva corriente. Luego trajo armas. Los que se negaron a luchar, fueron asesinados, uno por uno por la noche. Más adelante, fue el turno de los pastores, concejales, jefes de aldea y todos aquellos que cooperan con las autoridades estatales»,
dice el pastor Pengdwende.
«Realmente no conozco el contenido de la nueva enseñanza musulmana, pero este nuevo movimiento no consideraba a los musulmanes moderados como buenos musulmanes. Esta nueva rama quiere que todos los hombres usen pantalones más cortos y que las mujeres
estén totalmente cubiertas. Entonces, si eres musulmán y no practicas estos principios, estás en peligro».
«Incluso aquellos que se unieron a la rama al principio no sabían la profundidad del asunto. Fue cuando trajeron armas para distribuirles que entendieron y reconocieron que no se trataba de Dios. Son más radicales en su tipo de fe que los demás
y si no obedeces, simplemente te matan».
«Lo escuchamos en Malí, Nigeria, pero no lo habíamos visto antes aquí (en Burkina Faso). Desafortunadamente, lentamente comenzó a llegar a nosotros. Algunos viajeros burkineses a Malí empezaron a decirnos que hay gente armada en el monte».
Un hombre fulani que se había hecho amigo de Pengdwende le contó sobre esto entre 2016 y 2017. Solía pastorear sus vacas alrededor de Burkina Faso y la frontera con Malí después de la cosecha. «Me dijo que había muchos terroristas en el monte con armas. Incluso me dijo que, para estar allí con tus animales, tenías que pagarles Zakat, un diezmo, de tu rebaño.
Si les das el diezmo, te permitirán pastar tus animales allí y estos se multiplicarán porque allí hay muy buena hierba. Pero si te niegas a pagar el zakat, tienes un problema serio. Entonces, la cosa comenzó así, y como los fulanis van principalmente
allí, se convirtieron en los más involucrados».
Luego comenzaron los ataques en Burkina Faso. «Al principio venían a un pueblo por una sola persona, para secuestrarla o matarla y marcharse. Sólo los hombres se vieron afectados por su matanza. Algún tiempo después, no distinguieron. Entraban
en un pueblo y mataban a hombres, mujeres, incluso a veces a los niños, tanto musulmanes como cristianos».
Pero lo que complicó la situación fue que era muy difícil predecir sus acciones.
«Hay muchos grupos terroristas que están luchando. Algunos están luchando para enriquecerse, algunos por motivos religiosos, algunos por territorios. Cada región tiene su propio tipo de violencia. Por ejemplo, en Banfora les están pidiendo a las
mujeres que se cubran y a los hombres que usen pantalones más cortos. Dos miembros de iglesias han sido llevados a una mezquita para convertirlos a la fuerza. El año pasado, un pastor de Djibo viajó a Uagadugú y cuando regresaba los terroristas
lo detuvieron en el autobús. Revisaron la identificación de todos para encontrar cristianos para matar. Pero por la gracia de Dios, cuando acudieron al pastor, lo perdieron. Así se escapó».
Pengdwende vio cómo la violencia se acercaba más y más cada día. Un día, los yihadistas secuestraron a uno de los compañeros pastores de Pengdwende, un supervisor. «El líder del grupo llamó a un colega para decirle que el presidente es cristiano
y que por eso los soldados están arrestando (y matando) a algunos musulmanes, mientras perdonan a los cristianos. Llamó para informar a los cristianos que los terroristas iban a vengar a esos musulmanes matando cristianos. Así es como los cristianos
se han convertido en objetivos».
Los ataques comenzaron a sucederse rápidamente.
«En mi pueblo los terroristas llegaron a uno de mis tíos. Entraron a su casa y le dispararon tres veces. Recibió una bala en el abdomen, la segunda en el hombro y la tercera apenas le rozó la cabeza. Se fueron pensando que estaba muerto. Lo llevamos
al hospital y sobrevivió».
«Otro pastor de nuestra área se topó con terroristas cuando regresaba de un funeral y lo mataron. Estaba sirviendo a Dios en un pueblo vecino, a unos 15 km de mi pueblo».
«El tercer caso fue también el pastor de mi pueblo vecino. Él y su familia abandonaron el pueblo; volvió a recoger algunas de sus cosas que quedaban en su casa. Lo encontraron allí y lo mataron».
«Después de todo eso, vinieron otra vez a otro pueblo no muy lejos del nuestro, a la iglesia católica y mataron a cinco personas. De allí continuaron hasta la iglesia Asambleas de Dios del mismo pueblo. El pastor se escondió en un baño. Le preguntaron
a la esposa del pastor dónde estaba él y ella dijo que salió. En ese momento llegó a ese lugar un hombre enfermo, y creyendo que era el pastor, lo mataron a balazos».
Eso fue un viernes. Al día siguiente, el líder del área de su denominación le dijo a Pengdwende y su familia que se fueran porque todos los pastores del área se habían ido. Para Pengdwende, esta no fue una situación fácil de aceptar.
«Llevábamos 7 meses sin descansar. Como pastores, no dormimos dos veces en el mismo lugar. A veces, dormíamos en el monte por seguridad; otras, nos quedábamos en el interior durante mucho tiempo para que nadie supiera que estábamos allí. El jefe
de nuestra aldea incluso me envió un mensaje para decirme que debería irme, de lo contrario, podrían matarme».
«Mucha gente me decía: “Pastor, vete del pueblo. Al ser cristiano, y sobre todo como pastor, eres el más buscado”. En ese momento, ellos estaban buscando cristianos para matarlos. A pesar de esto, tomé la decisión de no irme»
Pero la situación se estaba volviendo tan mala que no había forma de que pudieran quedarse.
«Le expliqué a los miembros de mi iglesia el domingo sobre la necesidad de irme. Me pidieron que me fuese a una aldea a 7 km para estar más seguro».
Ese domingo por la mañana, Pengdwende se estaba preparando para partir e intentó armar un plan con sus animales, sus suministros de comida y demás, cuando notó que los terroristas se movían por la zona.
«Antes de que llegaran, le dije a los miembros de mi familia que se preparasen, y le dije a los miembros que vinieron al culto del domingo que volvieran a sus casas. Les expliqué que, si nos encontraban ahí, podría ser muy peligroso. Mientras
les estaba hablando, rodearon el recinto. No sabía qué hacer ni qué decir».
Afortunadamente, los atacantes se fueron tan repentinamente tal y como habían llegado ese día. «Fue sólo por milagro de Dios, de otra manera no entiendo por qué rodearon el recinto y se fueron sin entrar a matarnos. Simplemente regresaron, sin
más. Cuando se fueron, encontraron a un hombre en la ruta, lo mataron y siguieron su camino».
Dios milagrosamente los protegió ese día, pero Pengdwende sabía que era momento de irse. Sabía que estaba siendo vigilado. «Cada mañana, estos terroristas solían venir y preguntar sobre mí. Incluso solían venir por la tarde. Así era cada día».
Él se fue, pero solo una semana después de que Pengdwende se hubiera instalado en a otra aldea, sufrió un ataque. «Ellos rodearon la aldea y empezaron a disparar. Algunos vinieron a la iglesia en dónde estamos ahora. Las balas volaban por todos
lados y golpeaban el carro tirado por burros».
Esta situación ha dejado a la iglesia en una situación desesperada.
«Puedo decir que, en el norte de Burkina, los cristianos están en dolor y lágrimas. Cuando has nacido y crecido en un lugar, y te despiertas una mañana con unos pocos minutos para huir con sólo lo que tienes puesto no es fácil».
«Hemos sido dispersados. Algunos están en Ouagadougou. Donde sea que tuviesen parientes que los pudieran recibir, los cristianos simplemente fueron allí. Así es como la gente fue dispersada. Nadie ha vuelto a casa. Sólo Arbinda y Gorgadji aún
tienen habitantes locales. Es también ahí donde más de 80 personas fueron asesinadas el mes pasado. Cuando las personas de allí quieren viajar, se organiza un convoy para ir acompañados de soldados. Incluso ese tipo de convoy ha sido atacado».
Con respecto a si vislumbra alguna mejora en esta situación a futuro, Pengdwende dice: «Lo bueno que puede salir de esta situación para los cristianos es preparar su vida. Antes, cuando leían la Biblia, para muchos eran como un cuento, pero ahora
es una realidad. La Biblia dice que vendrán tiempos en que la gente te matará, creyendo que lo hacen como servicio a Dios, pero que no conocen a Dios ni a Jesús. Cuando duermes un poco, te despiertas con miedo a comprobar si todavía sigues vivo.
Y si es así, simplemente agradeces a Dios. Es por eso, que todos nos preparamos, para que cuando sea que nos maten, veamos a Jesús».
Pengdwende cree que este es un tiempo en el que se separan los falsos y de los verdaderos creyentes. «La situación ha provocado que la fe de muchos se rompa. Cuando los pastores se fueron, la fe de muchos cristianos se acabó. Quizá pronto este
terror termine. Un cristiano comprometido necesita estar con Cristo cuando el terror termine o estar con Cristo en el cielo».
«Vuestro ministerio es muy útil para nosotros», testifica Pengdwende. «Hace un tiempo atrás, vinisteis a ayudarnos cuando estábamos en Jaya como desplazados. Necesitábamos comida y nos la disteis. Mientras estábamos en Bobo Dioulassou nos ayudasteis
con algo de dinero para que pudiéramos comenzar a realizar algunos trabajos».
«Si no fuera por eso, quizá nuestras lágrimas no hubieran sido enjugadas, no nos habrían cuidado. Pero muchos aún están sufriendo y si no son reconfortados, morirán. Por ejemplo, tengo dolor en mi corazón por las cosas que pasaron. Cuando algo
me sobresalta un poco, parece que mi corazón se detendrá».
«Cuando me siento y medito acerca de mi iglesia, la cual tenía más de cien miembros, y en cómo simplemente terminó un día, mientras muchos lloraban pidiéndome que no me vaya, y otros me rogaban que me marchase para no morir, me causa dolor».
«Vuestra organización está ayudando a mucha gente a tener paz en su corazón, porque no hay nada mejor que alguien que te aliente cuando estás en dificultades. Podríais no haber tenido interés en nosotros o haber dicho que por culpa de nuestro pecado es que tenemos estas dificultades. En ese caso, ¿qué hubiéramos hecho?».