Lejos tendría que estar de nosotros la idea de que como cristianos deberíamos sufrir nuestros padecimientos en actitud de resignación o derrota. El libro de Hebreos nos deja entender que se puede padecer pero en una actitud muy diferente. Una actitud de combate: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos.”
Y esto nada tiene que ver con emprender acciones violentas o dañinas, sino más bien con el fuego que arde en el corazón del creyente que de ninguna manera va a renunciar a su ministerio y compromiso con la proclamación activa del Evangelio, aun a pesar de las terribles consecuencias que eso pueda tener.
Uno de los combatientes de la fe es el pastor Melquisedec, que llegó a Ixmiquilpan, una ciudad del estado mexicano de Hidalgo, hace cuatro años. El nombre de la iglesia que ahora dirige (Iglesia Hosanna) se menciona públicamente en los periódicos locales y otros medios de comunicación.
El pastor Melquisedec, un predicador de origen salvadoreño que conoce bien los medios de comunicación, transmite en su canal de radio en Internet para predicar a su congregación y más allá.
La Iglesia Evangélica en esta ciudad no ha parado de crecer. La Iglesia Hosanna del pastor Melquisedec tiene actualmente unos 150 miembros. Pero a medida que la iglesia se expande, también crece la persecución contra todos ellos.
A menudo denuncia cómo las autoridades locales parecen beneficiar más a las comunidades católicas que a las iglesias cristianas evangélicas. Dice que a los católicos se les permite celebrar rituales y festividades que duran días, causando trastornos de tráfico y contaminación ambiental sin ninguna restricción o penalización por parte del gobierno.
Al expresar sus preocupaciones en su programa de radio y en los medios de comunicación social, el pastor Melquisedec se ha convertido en un blanco para aquellos que se oponen a la presencia de los conversos evangélicos en sus comunidades. Es una oposición que a menudo conduce al rechazo, el acoso y la persecución en forma de ataques verbales y agresiones físicas.
El octubre pasado, el pastor fue atacado por un grupo de personas. Según su testimonio, los atacantes se reunieron a la entrada de su casa y lo atacaron a él, a su esposa e hijo y a otros siete líderes y voluntarios de la iglesia. Todos lograron refugiarse en el interior de la casa, pero no pudieron volver a salir durante unas horas, ya que este grupo se quedó allí esperando.
Antes de esto, en agosto, la iglesia del pastor Melquisedec fue cerrada por las autoridades argumentando que la iglesia carecía del permiso para funcionar adecuadamente. "El permiso que nos están pidiendo es un permiso concedido a las tiendas y negocios; no somos un negocio, somos una iglesia", explicó el pastor.
Melquisedec había guardado silencio durante 58 días antes de que ocurriera el ataque, una tregua en su combativa predicación. Pero eso ha cambiado ahora. "No voy a guardar silencio nunca más. Nuestra iglesia fue cerrada, y nuestros derechos religiosos fueron violados. Hemos recibido amenazas de muerte y ahora este ataque, mientras las autoridades miran para otro lado", dijo
Puertas Abiertas México se ha ofrecido a estudiar la posibilidad de proporcionar apoyo legal al pastor Melquisedec para luchar por su caso, tanto por el cierre de la Iglesia Hosanna como por el ataque que él, su familia y otros compañeros cristianos sufrieron el mes pasado.
Esta es la realidad por la que muchos cristianos tienen que atravesar en diversas zonas del país, pero muchos de ellos también tienen la misma actitud combativa en la fe que nuestro hermano el pastor Melquisedec.
Una actitud que se compromete con la defensa y predicación del evangelio en el lugar donde Dios les ha puesto.