Cada noche, Mary Masika se iba a dormir escuchando las voces de niños cantando desde la escuela cercana a su casa en el distrito de Kasese del oeste de Uganda. Sin embargo, en la noche del viernes 16 de junio no oyó melodías, sino gritos.
Esa noche, cuando los estudiantes se estaban preparando para ir a dormir en sus dormitorios, unos militantes atacaron la escuela de Lhubiriha. Asesinaron a al menos 41 personas, sobre todo estudiantes varones, y secuestraron a varias niñas. Muchos otros resultaron gravemente heridos. Fuentes locales de Puertas Abiertas afirman que prácticamente todas las víctimas eran cristianas.
Los atacantes, al menos cinco miembros del grupo islámico extremista de las Fuerzas Democráticas Aliadas (FDA), tenían un objetivo claro. Un colaborador local de Puertas Abiertas compartió que «según un superviviente del ataque, los militantes preguntaron si había algún musulmán entre los estudiantes y dijeron que no harían daño a sus hermanos en la fe».
Sobre las once y media de la noche, en los últimos momentos del ataque, Masika oyó cómo uno de los atacantes preguntaba a otro si habían cumplido la misión, tal como ha declarado a la BBC. Los militantes empezaron a gritar «Allahu Akbar» («Dios es grande») y uno de ellos añadió: «Hemos conseguido desestabilizar el país de Museveni» (el presidente de Uganda).
Los detalles del ataque son atroces. Los militantes quemaron los edificios de la escuela en los que se encontraban los estudiantes. Murieron 37 estudiantes y otros 4 residentes. Se desconoce el número total de niñas secuestradas, pero podrían ser desde 7 hasta docenas.
Las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Uganda (FDP) han enviado helicópteros para buscar a las estudiantes secuestradas. El presidente del país, Yoweri Musevni ha calificado el ataque de «un acto terrorista desesperado y cobarde». Afirma que va a enviar apoyo a la zona fronteriza de Uganda y continuar la búsqueda en la RDC. La escuela se encuentra a menos de dos kilómetros de la RDC, el país donde las FDA están más activas ahora mismo.
«Puertas Abiertas condena rotundamente este cruel ataque. Desde hace años, las comunidades cristianas del noreste de la RDC han sufrido enormemente la brutalidad de las DFA, sin que la comunidad internacional haya prestado suficiente atención a su grave situación», declaró Jo Newhouse*´, portavoz de Puertas Abiertas en el África subsahariana. «La facilidad con la que los militantes cruzaron la frontera y atacaron brutalmente a este sector tan vulnerable de la sociedad es motivo de gran preocupación y pone sobre aviso de los planes del grupo extremista para ampliar su alcance».
Las Fuerzas Democráticas Aliadas fueron fundadas en 1995 en la región oriental de la República Democrática del Congo y tienen raíces extremistas islámicas y ugandesas. Este grupo se creó para derrocar y luchar contra el Gobierno de Uganda por medio de un acuerdo entre parte de la secta islámica ugandesa Tabligh y el Ejército de Liberación Nacional de Uganda, que buscaba establecer un gobierno radical islamista mediante la violencia.
Desde 1995, las FDA han recibido el apoyo de varias facciones para luchar por diversos objetivos, entre ellas varios Gobiernos de la RDC que intentaron desbaratar la presencia militar ugandesa y ruandesa en el país. Pero un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales señala que, tras el arresto y extradición de Jamil Mukulu, líder de las FDA, el grupo se adhirió al Estado Islámico, quien le reconoció oficialmente como afiliado a finales del 2018. Como resultado de esta alianza, los ataques para matar a civiles no musulmanes se han incrementado y focalizado.
Las FDP, junto con el ejército nacional de la RDC, llevan casi dos años luchando juntos contra las FDA. Sin embargo, los esfuerzos para reducir o erradicar la presencia y el impacto de las ADF han sido en su mayoría ineficaces. Su violenta insurgencia no da señales reales de debilitarse o detenerse. Este último ataque a la escuela es un ejemplo más de lo brutales que pueden llegar a ser.
«Nuestras más profundas y sentidas condolencias a todas las familias afectadas por este trágico y cruel atentado», declaró Joshua Williams*, el director de campo de Puertas Abiertas en el África subsahariana. «Que Dios haga justicia. Hacemos un llamamiento al Gobierno de Uganda para que actúe con rapidez y ponga freno a esta injusticia, y para que proteja a sus ciudadanos a toda costa».
El domingo, los trabajadores locales de Puertas Abiertas pudieron acceder a la escuela. Y se encontraron con un panorama devastador.
«Se han reforzado las medidas de seguridad en el área y los colaboradores de Puertas Abiertas han acudido para ayudar a las víctimas», compartió Newhouse. «Este ataque no hace sino reforzar los esfuerzos de nuestra campaña Levántate África para concienciar, orar y apoyar por el cuerpo de Cristo afectado por la creciente militancia violenta en el África subsahariana».
Los colaboradores locales de Puertas Abiertas han visitado a dos familias que han perdido a seres queridos en el ataque. Una de las familias acababa de enterrar a dos de sus miembros: Zephanas Mbusa, padre y guardia de seguridad en la escuela, y su hijo Elton, que estudiaba allí. Se cree que el segundo hijo de la familia, de 20 años, ha sido secuestrado. La segunda familia a la que visitó el equipo sigue sin encontrar el cuerpo de su hija, desgraciadamente. A pesar de la incertidumbre, la familia ha tomado la difícil decisión de preparar el funeral.
El ataque ha inquietado profundamente a la comunidad y muchas escuelas han cerrado y han pedido a los padres que vayan a recoger a sus hijos. Las FDP han intensificado su presencia en la zona y se ha instaurado un toque de queda a las 19:00. El capellán de la escuela de Lhubiriha compartió con los colaboradores de Puertas Abiertas que están intentando mantener la escuela abierta, pero que muchos padres han llamado para avisar de que irán a recoger a sus hijos. «Los padres llaman a la escuela preguntando por sus hijos», dijo el capellán. «Dicen que prefieren morir junto a sus hijos en su propia casa, que enterarse de que sus hijos han sido asesinados de esa forma tan cruel».
Señor, tu ruego que consueles a los afectados por este brutal ataque. Te pido que sanes las heridas de los padres en duelo, y traigas con bien a los secuestrados. Oro también por la ayuda que se está enviando, para que tú lo uses para renovar las fuerzas de la gente. Amén.