Seguiré a Cristo hasta que me lleve a casa

Convertirse en cristiana era lo último en lo que pensaba, pero Dios tenía un plan especial para Nara. Sin saberlo, a través de un sueño, Él la llamaría a ser su hija. Ella decidió responder al llamado divino y aceptar a Jesús como su Señor y Salvador. Sin embargo, más tarde sus hijas y su comunidad se opusieron a su decisión.

Es legalmente aceptable que en Indonesia un cristiano se case con un musulmán sin tener que convertirse al islam, pero culturalmente no es aceptable. Cuando la hija de Nara se casó con un cristiano, ella solo quería que su hija siguiera siendo musulmana. Justo antes de que su hija se fuera a vivir con su esposo, Nara le dijo: «No te conviertas al cristianismo cuando te vayas».

Algunas noches después, Nara fue despertada por un sueño extraño. En su sueño, vio a Jesús y lo único que pudo decir fue: «Señor Jesús, Señor Jesús, por favor, ayúdame». Antes de esto, ella solo había visto una imagen de Jesús en la casa de un amigo. No importaba cuánto intentara ignorarlo, el sueño volvía a su mente. «Siento que mi pecho arde cuando pienso en eso. Después de esas noches, no tuve el deseo de vender verduras como suelo hacer, así que me quedaba en casa», dijo Nara.

La gente en su vecindario sabía que Nara era viuda y que vendía verduras frente a un hospital para poner comida en su mesa. Entonces, cuando ella no apareció en su puesto habitual para vender verduras, sus vecinos empezaron a preguntarse qué había pasado. Uno de los clientes habituales de Nara, que también era creyente, la llamó para ver cómo estaba, y ella le contó a esta mujer sobre su sueño. «En ese momento, mi cliente cristiana me preguntó si estaba dispuesta a reunirme con su pastor. Inmediatamente acepté ir en ese momento», dijo Nara al recordar dicha conversación.

Cuando el pastor se enteró de su sueño, dijo: «Dios quiere tocar tu vida. ¿Quieres aceptarlo como tu Señor y Salvador?» Ella dijo que sí de inmediato, porque la ansiedad que había estado experimentando durante las últimas semanas no era sin causa. Sabía que tenía que hacer algo. «Así que cuando dije que quería aceptar al Señor Jesús, el pastor me llevó a aceptarlo. Y mi corazón quedó lleno de paz después. Todo lo que me había agitado antes simplemente desapareció». Ahora es parte de un grupo de discipulado dirigido por este pastor, quien utiliza materiales de enseñanza proporcionados por Puertas Abiertas para enseñar sobre la fe en Cristo.

La novedad de Nara provocó el descontento de sus hijas que la abandonaron y la dejaron vivir sola. Su entorno ya no era el mismo, ya que sus vecinos tampoco estaban contentos con su decisión de seguir a Jesús. Nara ya no era invitada ni bienvenida a participar en las actividades del vecindario. Es como si no existiera. «Tengo muchos obstáculos que superar, pero no importa. El Señor Jesús me ha salvado y por eso estoy agradecida. Él me guía hacia su camino y su luz. Seguiré siguiendo a Jesús hasta que me lleve a casa».