Shanthi, creyente de trasfondo budista, no tenía esperanzas de vivir mucho tiempo. Aquejada de un grave trastorno cardíaco, tuvo que someterse a una operación muy arriesgada. Fue durante ese tiempo cuando conoció a Cristo y, poco después, le entregó su vida.
Procedente de una familia de devotos budistas cingaleses, a su familia no le gustó su conversión y cortó inmediatamente los lazos con ella. Ya no tenía a su familia para cuidarla y apoyarla.
«Pero me dije a mí misma», comentó Shanti a los colaboradores locales en Sri Lanka, «está bien, aunque me muera, no dejaré de lado mi fe».
Unos años más tarde, Shanti está casada y tiene una hermosa hija. Llevaban una vida sencilla y eran felices. Pero cuando la pandemia llegó en 2020, el marido de Shanti perdió su trabajo, y esto afectó a su familia económicamente. El marido de Shanti luchaba por encontrar trabajo, y como la familia de Shanti había cortado los lazos con ella hace muchos años, se sentía muy sola, sin nadie a quien pedir ayuda.
Shanthi se dio cuenta rápidamente de que tenía que hacer algo para mantener a su hija adolescente y a su familia. Empezó a cocinar y a vender su comida. «Hice tortitas, fideos y otros alimentos para vender. Pero lo hacía a pequeña escala porque no tenía los materiales necesarios para aceptar pedidos más grandes», dice Shanthi.
Aunque Shanthi se sentía sola y sin nadie que la ayudara, se dio cuenta muy pronto de que estaba equivocada. Su iglesia local se enteró de su situación y consiguió ponerla en contacto con los colaboradores locales de Puertas Abiertas, que la ayudaron a comprar los materiales que necesitaba para ampliar su pequeño negocio.
Estos colaboradores locales tuvieron la oportunidad de visitar a Shanthi recientemente, ya que las restricciones de viaje se suavizaron. Su casa era un hervidero de actividad. Las ollas sonaban y el vapor llenaba la cocina. Un cubo lleno de bandejas pequeñas utilizadas para hacer fideos estaba junto a la mesa cubierta de harina. Otras dos señoras ayudaban a Shanthi con los pedidos de fideos que había recibido ese día.
Limpiándose las manos en el delantal, Shanthi se apresuró a saludar a los colaboradores, ofreciéndoles pastel y bebidas con sabor a fruta. «Muchas gracias por el apoyo que habéis dado», dijo repetidamente. «Ahora puedo mantener a mi familia y no necesito depender de mis parientes para que me apoyen».
«Sigo tomando medicación por un problema de hígado», se sinceró. «Pero por la gracia de Dios, puedo seguir trabajando».
En 2021, los colaboradores sobre el terreno pudieron conceder 84 subvenciones de subsistencia a creyentes de toda la isla, que beneficiaron a cerca de 317 personas que luchaban por llegar a fin de mes con la carga financiera nacional añadida que supuso la pandemia. Estas subvenciones de subsistencia abarcaron una amplia gama de pequeños negocios, como granjas de codornices, plataneras y costura de mosquiteras, entre otros.
Señor, te doy gracias por haber librado a Shanthi de la muerte y por haberle provisto recursos a ella y su familia. Te pido que proveas, no sólo a ellos, sino a todos tus hijos en este país. Te ruego que aquellos que reciben ayudas puedan hacer un buen uso de estas. Amén.