Un misionero en la India dijo una vez: «Si Cristo hubiera comenzado a predicar el Evangelio en cada aldea y ciudad de la India, todavía estaría predicando y aun estaría lejos de terminar su recorrido».
La verdad es que aún hoy, millones de almas siguen sin haber escuchado nada acerca del amor de Jesús. Aún hoy el mundo sigue sangrando por la enorme herida de su pecado y la Iglesia sigue teniendo aún mucho que decir a través del mensaje restaurador y renovador del Evangelio.
Antes de morir, Tolstoi expresó un acertado análisis acerca de la situación de la humanidad: «El mundo moderno ha perdido temporalmente a Dios, y sin Él no puede vivir…»
¿Qué pues nos espera a nosotros, hombres y mujeres que hemos recibido la encomienda de ir y llevar sanidad y perdón a través del poder del Evangelio? ¿Ignoraremos que Cristo ha determinado salvar a la humanidad a través de la propia humanidad (aquella que ha sido transformada y limpiada por su sangre)?
No nos olvidemos pues, que el método de Dios para salvar al hombre y cumplir su propósito en él, es usar precisamente, al propio ser humano. Este siempre fue su método desde el principio. Hombres rendidos completamente a Dios, como Gedeón lo fue, también David, Moisés o incluso José. Pero ¿quiénes eran estos hombres? No eran sino personas pequeñas, cargadas de problemas y en alguna medida insignificantes, que rindieron el control de sus vidas enteramente al plan eterno de Dios para con sus propios hermanos.
Por eso, Dios siempre contará con una persona para cumplir con la misión para su generación, en un día, en una hora. Y de seguro que cuando la encuentre, entonces lo ordinario de ella, se convertirá en extraordinario, lo común en especial y lo natural, en sobrenatural.
Pero ¿Acaso hay algo más sobrenatural que sobreponerse al asesinato de un ser querido por causa de su fe y esperanza en Cristo? ¿Hay algo más especial que seguir transmitiendo la luz de Jesús aún en las regiones más hostiles? ¿Hay algo más extraordinario que contemplar el poder del Evangelio manteniendo en pie a alguien que a pesar del daño, ha decidido seguir a su Señor?
«Se llamaba Kamadi Cheguede. Tenía 25 años cuando Boko Haram nos atacó y lo asesinó. Lo mataron. Era temprano en la mañana. Boko Haram atacó nuestra aldea mientras estábamos en casa. Mi hijo saltó el muro para escapar, pero ellos lo estaban esperando y lo mataron. Los demás en la casa sobrevivieron al ataque al quedarse escondidos». Nos cuenta nuestra hermana Baldina, una anciana que vive junto a su marido, en una pequeña aldea de Camerún.
Cuando acude a la iglesia, el dolor por la enorme pérdida es aliviado. «Fui a la iglesia a causa de mi corazón herido por haber pedido a mi hijo. Mi corazón estaba en confusión y entonces me dije a mí misma que allí, en la iglesia, encontraría la paz. Cuando escucho el mensaje y las canciones, me siento reconfortada. Doy gracias a Dios por todo. Él me está ayudando a ser fuerte», dice Baldina.
Al igual que ella en su región y en su poblado, tú puedes ser la persona para esta hora, para este lugar. Una persona que comprende que es el medio que Cristo quiere utilizar para que sus buenas noticias continúen siendo anunciadas. ¿Estarás dispuesto?