Si no hubiera sido por su hija Mary, hoy no conoceríamos a Bethany. Esta mujer africana es sólo una de las innumerables cristianas del norte de Nigeria afectadas indirectamente por la persecución en este país que ocupa un puesto tan elevado en la Lista Mundial de la Persecución.
Conocimos a su hija cuando vino a uno de los centros hospitalarios de Puertas Abiertas para recibir atención postraumática, y te contamos su historia al completo en la pasada campaña de Levántate África. La joven fue secuestrada durante un ataque de militantes terroristas fulani a su aldea en el noroeste del país. Ella y otras tres mujeres fueron retenidas durante 54 días de constante violencia sexual. Después de que Bethany pagara un rescate que empobreció a su familia, Mary fue liberada.
«Recuerdo que cuando mi hija asistió al centro hospitalario de Puertas Abiertas, volvió llena de esperanza y amor. Todos en nuestra comunidad hablaban de cómo había cambiado», cuenta Bethany.
Bethany no lo sabía entonces, pero la vuelta de su hija a casa no marcó el final del sufrimiento de su familia. Mary murió inesperadamente tras una enfermedad en febrero de 2023, y luego su propia madre también fue secuestrada por militantes fulani en junio de este mismo año mientras trabajaba en el campo de su granja.
«Haber tenido mi vida en manos de los secuestradores es una experiencia que nunca olvidaré. Lo único que hacía era llorar día y noche, y pedirle a Dios para que me rescatara. Sentí el dolor que sintió mi hija Mary cuando la secuestraron el año pasado. Todavía me dolía pensar en la violación de mi hija por esas personas malvadas, y en haberla perdido justo cuando creía que Dios enjugaba mis lágrimas. Todo este sufrimiento me dejó con el corazón roto y sin esperanza», nos confesó Bethany tras su liberación.
«Sentí el dolor que sintió mi hija Mary cuando la secuestraron el año pasado. Todo este sufrimiento me dejó con el corazón roto y sin esperanza».
Ahora ya podemos decirte que esta hermana llamada Mary para proteger su identidad en realidad se llamaba Charity. Al igual que ella, Bethany fue invitada a recibir atención postraumática tras ser dada de alta casi un mes después.
«Esta semana me he pasado por el centro de Puertas Abiertas y he recibido alegría, esperanza y la seguridad del amor de Dios por mí.
Las enseñanzas eran muy prácticas, y sentí cómo el programa estaba diseñado exclusivamente para mí. Escuchar a otras mujeres compartir sus historias me ayudó a saber que no estoy sola. La mejor parte del programa fue llevar mis cargas ante la cruz. Dejé todo lo que me entristecía a los pies de Jesús, y sentí paz y alegría.
Quiero daros las gracias por permitir que Dios os utilice para reparar corazones rotos. Aún recuerdo cuando mi hija vino aquí, sin imaginar que yo mismo pasaría después por la misma experiencia y sería invitada también para sanar mis traumas. Si no hubiera asistido a este programa, creo que hoy no estaría viva, tal vez me habría suicidado para descansar de todo el dolor. Pero Dios aún no me ha abandonado, gracias».
De igual manera, los colaboradores locales de Puertas Abiertas tampoco abandonaron a Bethany. Cuando ayudaron a Charity antes de su triste fallecimiento, le regalaron el dinero suficiente para ayudarla a terminar sus estudios, algo que Bethany también quería para su hija. Pero sacrificando este deseo momentáneamente, Charity decidió comprar un terreno en un lugar más seguro para que viviera su familia, pensando que tendría tiempo de encontrar otra forma de terminar sus estudios.
Cuando Puertas Abiertas se enteró de la muerte de Charity y de que había comprado este terreno, decidieron apoyar a Bethany con la construcción de una casa en la propiedad de su hija, y así darle una sorpresa cuando estuviera terminada.
«Estoy segura de que mi hija se alegrará y os dará las gracias desde el cielo, porque su sueño se ha hecho realidad».
El proyecto no se detuvo cuando Bethany fue secuestrada. Los constructores continuaron con fe en que Bethany recuperaría la libertad y confiaron en que, cuando finalmente lo hiciera, habría una casa terminada esperándola.
Y así fue. La casa permaneció en secreto hasta que, por fin, llegó el día en que el equipo pudo llevar a Bethany a su nuevo hogar ideado por su hija.
Tras completar su programa de atención postraumática, los colaboradores locales viajaron con Bethany hasta la parcela que Charity había comprado. Cuando Bethany vio la casa, se derrumbó entre lágrimas y gratitud.
«Hermanos míos en Cristo, os doy las gracias a todos porque me habéis dado lo que mi hija quería. Dios que está en los cielos os bendecirá doblemente. Estoy seguro de que mi hija se alegrará y os dará las gracias desde el cielo, porque su sueño se ha hecho realidad. Me faltan las palabras para daros las gracias».
Dentro de su nueva casa, arrodillada en el suelo, con las manos en alto y las lágrimas cayendo por su rostro Bethany canta: «Padre, todo es posible para ti. Te damos muchas gracias, Señor, porque no hay nada imposible para ti».
Este es el legado de amor y provisión que Charity ha podido dejarle a su madre gracias a la visión de vida que le dio su fe en Dios y al apoyo de gente como tú a través de Puertas Abiertas.
Señor, te alabo por tu obra en la vida de Charity y por continuarla en la de Bethany y toda su familia. Ayúdales a superar esta muerte y bendíceles con todo lo que necesiten para vivir. Protégeles de la persecución a ellos y a todos los cristianos de Nigeria. Amén.