Se trata de una celebración anual promovida por Puertas Abiertas. Después de dos años sin poder reunirse, la reunión de este año ha sido la más esperada y, con diferencia, la que más sorpresas ha deparado.
Este año, el número de creyentes que se han unido al encuentro se ha más que duplicado. Algunos de estos cristianos de trasfondo musulmán son de los más pobres entre los pobres y llegar al lugar del encuentro les cuesta mucho dinero. A pesar de las
circunstancias, una comunidad se unió y ahorró para alquilar un barco grande con capacidad para 100 personas.
Durante la pandemia, muchos en esta comunidad aceptaron a Cristo, y el número de creyentes en su comunidad aumentó. Estos creyentes de trasfondo musulmán se enfrentan a la persecución en sus comunidades y, gracias a la reunión, se sintieron muy animados
y su fe se fortaleció, especialmente cuando se dieron cuenta de que no están solos en su viaje.
Kalti*, líder de una iglesia doméstica formada, testificó: «¡Gloria a Dios! A través de la reunión, nuestra fe fue renovada, y ahora estamos más animados que nunca para seguir adelante y continuar en nuestro caminar con Cristo». Maris*, una de los nuevos
miembros, exclamó: «Así es como se siente ser hija de un Rey; no me avergüenzo de bailar porque lo único que quiero es dar gloria y gracias a Cristo».
«Así es como se siente ser hija de un Rey; no me avergüenzo de bailar porque lo único que quiero es dar gloria y gracias a Cristo».
Maris*, nueva creyente
Tras la celebración de la mañana, también hubo bautismos por la tarde. 36 personas decidieron bautizarse y aceptar plenamente a Cristo como su Señor y Salvador.
Shara* contó que mientras cantaba «Con todo lo que soy», una de las invitadas, Tami*, que aún no había aceptado a Cristo, se acercó a ella llorando y le dijo: «Shara, Cristo es realmente el Dios verdadero. He decidido aceptar a Cristo en mi vida y bautizarme
esta tarde».
Fue un día de celebración y unidad para para estos creyentes. No hubo diferenciación ni separación a pesar de sus diferencias. Cada tribu tenía un representante que dirigía los cantos en sus respectivas lenguas, e incluso hubo un baile conjunto de acción
de gracias.
En total asistieron unos 600 niños. Estaban separados de sus padres, pero algunos no pudieron separarse. A pesar del tamaño del grupo, los niños estaban ansiosos por cantar y jugar con todos.
Por desgracia, debido a circunstancias imprevistas, algunos de los creyentes no pudieron asistir, pero sabemos que todas las cosas cooperan para el bien.
Los líderes de la iglesia están agradecidos a Puertas Abiertas por hacer posible que se reúnan, confraternicen y adoren en un solo lugar. Una cosa que piden es que continúen orando por ellos porque, mientras la fe y los números crecen, también lo hace
la persecución.
*Nombres cambiados por motivos de seguridad.
Señor, gracias por cada colaborador local y por el trabajo que hacen en Filipinas. Oro que tú proveas los recursos que necesitan para seguir haciendo esa labor, y también que cada uno de tus hijos reciba sustento digno. Amén.