En el Salmo 34, David escribe: "Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca". Sin embargo, todos hemos experimentado lo difícil de alabar a Dios en medio de la aflicción.
La realidad es que nunca es fácil alabar a Dios: es una batalla espiritual. Cuando a eso sumamos la realidad de un profundo dolor, la dificultad se multiplica. Pero es posible.