Cuando Samil, un valiente joven de Asia Central, conoció a Jesús comenzó a compartir su fe abiertamente. Sin embargo, la hostilidad comenzó cuando el mulá comenzó a cuestionar su fe en el funeral de su abuela.
Determinado a responder a las preguntas de los musulmanes, Samil comenzó a formarse para poder tener respuestas, lo que desencadenó una implacable presión que incluso llevó a su padre a romper su relación con él. Sin embargo, Samil encontró consuelo en su relación con Dios.