«Quien no ama a su hermano, a quién ve, no puede amar a Dios, a quién no ve» 1Juan 4:20.
Puertas Abiertas nos recuerda el valor de la parábola del Buen Samaritano: Al amor no le importa si el hermano herido es de aquí o de allí. El amor rompe las cadenas que nos separan, aíslan, tiende puentes. Por medio de Puertas Abiertas podemos detenernos y regalar cercanía, dar dinero, dar tiempo. El buen samaritano fue capaz de dejarlo todo a un lado y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle su tiempo.
Rosa Barrachina, Pastora y Presidente del grupo de trabajo de misiones de la Alianza Evangélica