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Hay 129,6 millones de cristianos en México; constituyen la mayoría de la población total, que es de 135 millones.
Se calcula que en México hay unas 150 bandas de crimen organizado, financiadas por poderosos cárteles de droga. Los cristianos que viven en sus territorios corren el riesgo de convertirse en blancos de ataques.
Los líderes cristianos, en particular, pueden ser vistos como una amenaza o un desafío a la autoridad y estabilidad de una banda. Cuando los cristianos se niegan a cumplir las exigencias de una banda, o denuncian los crímenes, su iglesia pronto se encuentra en la línea de fuego. La impunidad y la inestabilidad política contribuyen a la falta de justicia cuando varios pastores y sacerdotes han sido asesinados o secuestrados y retenidos para pedir rescate.
Las bandas, como autoridades de facto en las zonas más desatendidas, también ponen multas y extorsionan a los líderes eclesiásticos, creyendo que deben tener acceso a algunos fondos de la Iglesia. Estos grupos ilegales han diversificado y reforzado sus redes en todo el país, por lo que los líderes cristianos, especialmente los que realizan actividades como defensores de los derechos humanos o del medio ambiente, corren un alto riesgo de muerte, reclutamiento, acoso sexual, secuestro y desplazamiento forzado, así como de otras formas de violencia. Sus familiares también corren peligro.
En las zonas rurales, los nuevos creyentes cristianos que proceden de entornos ancestrales y tradicionales (en su mayoría creencias relacionadas con la fe católica romana) pueden ser golpeados, multados, acosados, privados del uso de servicios públicos, rechazados y obligados a desplazarse de sus comunidades.
En general, la intolerancia y el escrutinio de los cristianos que se manifiestan sobre cuestiones sociales van en aumento, a medida que México se vuelve radicalmente laico.
El año pasado se registró el récord más alto de incidentes de violencia contra cristianos en México. Los grupos delictivos siguen atacando a los cristianos allí donde se perciben como una amenaza para las operaciones ilegales de un grupo, y estos perseguidores se aprovechan de la debilidad de las políticas estatales que permiten la corrupción y la impunidad.
Los cristianos de las comunidades indígenas se enfrentan cada vez más a la hostilidad por su negativa a seguir las tradiciones y costumbres ancestrales (en su mayoría relacionadas con las prácticas católicas). En otros lugares también aumenta la intolerancia religiosa, impulsada por grupos ideológicos radicales contrarios a la expresión pública de la fe cristiana.
«Como vemos, el reto para la iglesia local en estas zonas peligrosas y plagadas de delincuencia es convivir con todos. La idea es seguir predicando el evangelio y ser un testimonio de sal y luz para todos aquellos que quieran arrepentirse de sus pecados en un contexto tan sangriento».
Equipo de Puertas Abiertas México
Los líderes eclesiásticos son los más expuestos a la violencia del crimen organizado y las bandas, mientras que ciertas comunidades indígenas persiguen y excluyen a los nuevos creyentes.
La violencia doméstica es un problema en todo México. Una mujer o niña que se convierte al cristianismo en contra de los deseos o tradiciones de su familia puede verse expuesta a abusos para hacerla cambiar de opinión.
México tiene uno de los índices de trata de seres humanos más altos del mundo. Las bandas de crimen organizado secuestran a mujeres y las someten a esclavitud sexual. A veces, el objetivo son las cristianas, por considerarlas más fáciles de influenciar o por considerarlas enemigas de los cárteles.
Las mujeres que han estado casadas o involucradas con miembros de bandas y luego conocen a Jesús se enfrentan a graves amenazas de violencia si intentan abandonar el grupo e incluso podrían ser asesinadas.
Los niños y jóvenes de todo México corren un alto riesgo de ser reclutados a la fuerza por los poderosos grupos delictivos. Quienes intentan resistirse, ya sea por motivos de fe cristiana o por otras razones, se enfrentan a amenazas y al riesgo de ser secuestrados y asesinados. Algunos grupos reclutan específicamente a niños y adolescentes.
Las bandas atacan y amenazan a hombres como cabezas de familia e iglesias, para intimidar a la comunidad en general. Un gran número de hombres jóvenes son asesinados por las bandas; la pérdida de jóvenes debilita a las familias, las comunidades y las iglesias de todo México.
Cuando el pastor Imeldo regresó después de vivir algunos años en Estados Unidos, fue acogido por su pueblo natal. Creó un estudio bíblico que creció en asistencia hasta necesitar un edificio para la iglesia, construyéndolo en un terreno familiar. Pero cuando los cristianos llegaron al pueblo para reunirse en la iglesia, los funcionarios la cerraron y arrestaron al pastor Imeldo.
«Me secuestraron en plena noche. Los criminales querían que orara para “limpiar la energía negativa” que quedaba en la habitación donde habían matado a varias de sus víctimas».
Pastor cazares
Puertas Abiertas fortalece a los creyentes perseguidos en México con capacitación bíblica, apoyo jurídico, atención a traumas y ayuda socioeconómica.
Padre Dios, protege a nuestros hermanos y hermanas de México que viven a la sombra de las bandas criminales. Ayuda a los cristianos a afrontar la violencia con valentía y a denunciar la corrupción en el país. Que su integridad y su amor impresionen a sus perseguidores. Oramos para que las autoridades sean capaces de devolver a México la estabilidad, el empleo y la justicia. Amén.
Muy Alto
