En 58 de los 76 países que conforman la Lista Mundial de la Persecución, los cristianos señalan que han tenido que ser desplazados, bien por motivos exclusivamente relacionados con su identidad religiosa o como factor adicional dentro de un complejo entramado de razones.
Actualmente, hay alrededor de 100 millones de personas desplazadas forzosamente por todo el mundo, la mayoría de las cuales son desplazados internos. Sin embargo, detrás de cada uno de ellos hay una historia única: situaciones y vivencias que han terminado llevando a alguien a tener que huir por razón de su extrema vulnerabilidad.
Desde Puertas Abiertas queremos arrojar luz sobre la situación de los cristianos refugiados o desplazados que han tenido que huir por su fe en Jesús. Según nuestra investigación, el desplazamiento de los cristianos es una estrategia deliberada de persecución religiosa, diseñada para erradicar la presencia cristiana en las regiones donde la persecución es más intensa.
A veces se interpreta el desplazamiento como una consecuencia derivada de la persecución, pero en muchos casos es intencionado y forma parte de una estrategia más amplia para erradicar el cristianismo de una aldea, una región o un país. En algunos casos dicha estrategia es manifiesta y pública, mientras que en otras es encubierta e informal.
La persecución religiosa intensa no para en la frontera. Los cristianos que se ven forzados a desplazarse pueden ser víctimas de la persecución religiosa en cualquier etapa de su desplazamiento, y afrontar por consiguiente desafíos relacionados con su fe.
La pérdida de comunidad puede ser una de las amenazas que más minan la resiliencia de los cristianos y su sentido de la identidad. No solamente pierden su casa, sino también sus redes de apoyo económico y social y su seguridad. La separación de la familia propia es otra carga añadida.
«Parte de esta estrategia consiste en fracturar a las comunidades religiosas. El desplazamiento no es sólo una consecuencia de la persecución, sino parte de un plan intencionado más amplio para eliminar al cristianismo».
Todos los desplazados internos y refugiados afrontan estos desafíos, pero su naturaleza e intensidad pueden obedecer en parte al grado de fe y actividad cristiana que profesa cada uno. La naturaleza de los desafíos varía desde los actos violentos de grupos religiosos que se centran en los cristianos desplazados, hasta el trauma que experimentan los conversos debido al rechazo y la violencia familiar.
La edad, el sexo, el trasfondo religioso, la etnia o el cargo público pueden influir en el grado y la forma de la persecución experimentada.
Esta situación puede deberse a una negligencia no intencionada, pero a veces, los mismos gobiernos y organizaciones internacionales (o sus representantes) pueden llegar a ser cómplices efectivos de la discriminación y el desvalimiento de los cristianos desplazados.
«Vivo estos tiempos como una oportunidad para que mi fe se fortalezca y refine como el oro a través del fuego».
Hamid, refugiado afgano
El desplazamiento fragmenta a las comunidades, y esto representa una de las mayores amenazas a la resiliencia de los desplazados. Para aquellos que han perdido sus hogares y redes es vital que, además de cubrir sus necesidades prácticas, puedan integrarse en una comunidad que pueda ayudarlos a seguir adelante y a la cual ellos pueden contribuir.