Los niños acaban de comenzar sus actividades al aire libre en el Centro de Esperanza tras haber tenido una fiesta navideña. Entre ellos está Apo, un joven adolescente de Alepo.
Apo perdió a su padre hace 9 años, cuando él solo era un bebé. Robert fue secuestrado por los extremistas por causa de su fe y nunca volvieron a saber de él.
No es un niño que disfrute estando quieto, así que resulta algo complicado hablar con él. «Lo que más me gusta del colegio es la clase de educación física», dice sonriendo. Cuando se acerca la Navidad comienzan a decorar la casa. «Mi madre y yo montamos un árbol con luces, estrellas y campanas».
«Mi madre y yo montamos un árbol de Navidad con luces, estrellas y campanas».
De pronto, Apo cambia a un tema que le resulta más cercano. «Practico el baloncesto, y también tengo clases de natación y de fútbol».
Tiene claro a quien apoyará en la Copa del Mundo de este año: «Me encanta Mbappé, de la selección francesa. También juega en el Paris Saint Germain», dice mientras trata de escenificar la forma en la que Mbappé suele marcar los goles.
Apo es un niño inquieto, difícil de retener más de varios minutos en un mismo lugar. Tras este tiempo, vuelve al patio del colegio con su balón para unirse al resto de niños.
El sonido de sus risas resulta conmovedor. Han crecido en medio de la guerra, sin conocer lo que era Siria antes de esta terrible crisis. Han visto cosas horribles a su alrededor e, incluso, las han sufrido en sus propias familias, como es el caso de Apo. Sin embargo, juegan con la misma ilusión que cualquier otro niño.
Nadie puede predecir el mañana, pero hay algo seguro: estos pequeños tienen una oportunidad gracias a ti.
Aunque no podemos librarles del sufrimiento, con tu oración y apoyo les hemos proporcionado las herramientas para enfrentarlo y ahora tienen un futuro y una esperanza.