2020 ha sido año diferente. Un nuevo virus, el cual ni siquiera podemos percibir con el ojo humano, ha cambiado, quizás para siempre, las relaciones humanas.
Para la Iglesia Perseguida no ha sido distinto. Es más, para nuestros hermanos perseguidos la situación causada por esta pandemia ha complicado aún más su existencia: los ha convertido en los "últimos de la fila".
En concreto, ya son, al menos, 340 millones cristianos los que sufren niveles altos de persecución.