María nació en una familia cristiana nominal. Tras casarse con un joven hindú, fue golpeada, torturada y obligada a participar de los rituales de adoración a los ídolos hindúes que tenían en su casa. Además, le resultaba difícil encontrar trabajo.
María carecía de paz y seguridad hasta que, tras una visita de sus padres, asistió a una reunión de oración. Allí se encontró con el Cristo que transformó su vida: «Me enamoré de Jesús y encontré una paz y alegría infinitas. Mi corazón cargado y mi
mente atribulada se liberaron mientras crecía en Él».