El pastor Shekhar* era consciente de los riesgos de reunirse con otros cristianos para orar y adorar. Al fin y al cabo, él vive en la India, el país que ocupa el décimo puesto de la Lista Mundial de la Persecución. Por eso, cuando los policías llamaron a la puerta, Shekhar no se hizo ilusiones. «Ha llegado el momento de la persecución», dijo.
Incautaron sus Biblias, les amenazaron y ordenaron a todos los miembros del grupo que fuesen a la comisaria. Allí comenzó la verdadera violencia. Durante cuatro horas, Shekhar fue brutalmente torturado. Le golpearon con cañas de
bambú con tanta fuerza que le reventaron los tímpanos.
Al día siguiente, Shekhar y su familia recibieron la orden de marcharse. No tenían otra opción. Despedirse de la iglesia fue devastador para él. «Salí de aquel lugar sin poder parar de llorar. Fue la mayor angustia de mi vida», dice Shekhar.
«Salí de aquel lugar sin poder parar de llorar. Fue la mayor angustia de mi vida».
Separados de su comunidad y asfixiados por las facturas médicas que tenían que pagar por el tratamiento de las heridas que Shekhar sufrió en el ataque, la familia luchaba por comprar comida y pagar el alquiler. La esposa de Shekhar estaba conmocionada, y tanto ella como su hijo vivían con miedo.
La persecución en la India continúa aumentando a un ritmo alarmante y la situación de los cristianos sigue siendo terrible.
Para líderes como Shekhar es muy peligroso, pero, si tú permaneces a su lado, él no se dejará vencer.
«Nos encarcelan, nos golpean y nos torturan brutalmente, pero nos mantenemos firmes como los profetas de antaño».