El cristiano es un «kafir» (pecador o infiel). Si se descubre que alguien es cristiano es asesinado de inmediato. Y no solo él, sino toda su familia….
Nilofer*, una refugiada afgana, explica el alto precio que tiene seguir a Jesús en su país. Es una de los muchos creyentes que huyeron cuando los talibanes irrumpieron en Kabul y tomaron el poder en agosto de 2021.
«Si me hubiese quedado en Afganistán, no estaría viva hoy», indica Nilofer.
El año pasado, Afganistán encabezó la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas, siendo el lugar más peligroso del mundo para los cristianos. Aunque este año ha habido menos cristianos asesinados por su fe, la iglesia afgana ha sido arrasada y está oculta enfrentando una persecución extrema.
«Vinisteis a ayudarnos, no nos dejasteis desvanecernos en la oscuridad».
Los soldados talibanes recorrían las aldeas, puerta por puerta, buscando a los cristianos y llevando a cabo violentos ataques. Las niñas ya no van a la escuela, y las mujeres que se niegan a llevar el hiyab son golpeadas e, incluso, asesinadas.
Gracias por decidirte a apoyar a nuestros hermanos en Afganistán en el momento de mayor necesidad. Tus oraciones proporcionan fuerza y valor a los creyentes que se han quedado en el país.
Hana*, colaboradora de Puertas Abiertas, dice: «Los creyentes afganos asumen la responsabilidad de ser la luz de Cristo en un mundo muy oscuro y muchos mueren por su fe».
«Los cristianos del país permanecen en él para ser la luz de Cristo y para que Dios pueda bendecir su patria», añade.
«Incluso aunque sus compatriotas los traten con hostilidad. Aunque solo queda un puñado de creyentes, Dios ha sido fiel con ellos. Él responde a sus oraciones, les da fuerza para sobrellevar el sufrimiento e inspira a todos los miembros de la iglesia en el mundo, como tú, a orar».
Tus donativos también proporcionan una ayuda práctica vital a los refugiados cristianos. Miranda*, colaboradora de Puertas Abiertas, visitó a varias familias que ser refugiaban juntas en el mismo apartamento, un lugar secreto.
«Todos vendieron lo que tenían para poder llegar aquí», dice Miranda. «Pero su vida es dura. Aunque son médicos y enfermeros profesionales, no pueden trabajar. Además, tienen que pagar para renovar su condición de refugiados cada año».
«Vinisteis a ayudarnos, no nos dejasteis desvanecernos en la oscuridad», indica un creyente. Gracias a tus donativos, podemos abastecer de alimentos y productos básicos a las familias necesitadas y, además, tu apoyo recuerda a los cristianos afganos que no están solos.