«Esta crisis es como el infierno. No puedes imaginártelo o comprenderlo si no lo experimentas en carne propia». Este es parte del mensaje que recibimos de los cristianos norcoreanos sobre la crisis alimentaria que están sufriendo en Corea del Norte.
Tristemente, la escasez de alimentos no es algo inusual para el pueblo norcoreano. A menudo, el país experimenta eventos climáticos extremos, como inundaciones, que provocan que las cosechas sean muy escasas. Además, Corea del Norte opera con una
política de «militares primero» a la hora de proceder a la distribución de los recursos. Esto significa que los oficiales de alto rango y aquellos que pertenecen a las Fuerzas Armadas reciben primero los paquetes de alimentos y demás productos
esenciales; el resto de los ciudadanos reciben los restos, que normalmente no es mucho.
La crisis del COVID-19 ha empeorado terriblemente la situación. Al principio de la pandemia, en un intento por mantener fuera el virus, Corea del Norte cerró completamente sus fronteras. Esto impidió la entrada de importaciones oficiales desde
otros países, y propició el contrabando de mercancías para ser vendidas en los mercados clandestinos. Ahora, a pesar de que algunos intercambios se han reanudado y las fronteras ya no están completamente cerradas, la situación continúa siendo
extremadamente difícil.
«La gente está preocupada por el precio del arroz, del maíz y de los alimentos esenciales, que han subido rápidamente», señalan los creyentes norcoreanos. Explican que el precio de algunos productos, tales como la sal y el aceite de cocina,
se han duplicado e incluso triplicado. «Hay nuevas vallas de alambre de púas alrededor de las granjas y de las fábricas de alimentos, con guardias vigilando las 24 horas del día». Este nivel de seguridad muestra que la comida se ha vuelto un bien
preciado y escaso.
«La mayoría de las familias no pueden conseguir arroz», continúa. «En su lugar están consumiendo Speedy Powder y las plantas silvestres que puedan encontrar». El Speedy Powder es un caldo salado, poco nutritivo y de difícil digestión. «Algunas
familias tienen dificultad para conseguir alimentos y poder comer incluso una vez al día».
Señor, te doy las gracias por el trabajo que se está haciendo con los cristianos de Corea del Norte. Quiero pedirte que este trabajo pueda continuar realizándose, y que proveas los recursos necesarios para que así sea. Te ruego que Tú proporciones los recursos básicos a tus hijos en Corea del Norte, para que tengan lo necesario para sobrevivir. También te pido que des valentía y que guardes a aquellos creyentes que hacen un esfuerzo por llevar comida y otros recursos básicos a aquellos que lo necesitan. Amén.
En medio de una situación desesperanzadora, tus oraciones y donativos están ayudando a nuestros hermanos norcoreanos a sobrevivir a esta crisis. A través de nuestras casas refugio y las redes de trabajo en China, Puertas Abiertas está proveyendo alimentos esenciales, medicinas y ropa para 60.000 norcoreanos cada año.
«Nos sentimos abrumados cuando recibimos estos alimentos»
«No importan las circunstancias que estemos enfrentando, superaremos todas las dificultados unidos en amor, y con tu amable ayuda y tu oración. Es la gracia y la bendición de Dios», señalan los creyentes norcoreanos.
A pesar de que el cierre de fronteras causado por la crisis del COVID-19 ha dificultado la entrega de alimentos a los norcoreanos, que ahora encuentran más dificultades para cruzar la frontera, nuestras redes han podido continuar con el trabajo. El hermano Simón*, coordinador de nuestro ministerio entre los creyentes norcoreanos, dice: «Nuestros proyectos de distribución, que proveen alimentos y medicinas para los cristianos norcoreanos, han sido muy significativos a la hora de ayudar a la supervivencia de los creyentes durante esta desoladora crisis en Corea del Norte y hemos aumentado la cantidad que proporcionamos. Incluso durante tiempos tan difíciles, Dios continúa mostrándonos su fidelidad».
El hermano John*, colaborador de Puertas Abiertas que ha ayudado con la distribución de los alimentos para los norcoreanos en nuestras casas refugio, nos comenta: «Todos dicen que ni siquiera sus familiares les ayudarían como nosotros lo hacemos. Muchos de ellos viajan a China a visitar a sus familias para pedirles ayuda, pero en muchos casos sus familiares no pueden ayudarles, o no están dispuestos a hacerlo. Así que cuando les damos algo, simplemente empiezan a llorar. Lloran y tratan de dar las gracias, pero sabemos que hay cosas que no es posible decir con palabras y eso es lo que vemos en sus rostros. Se vierten muchas lágrimas, lo que provoca que nuestros corazones también sean conmovidos».
Sarata no puede permitirse sentarse y lamentar la muerte de su hija o vivir en el pasado demasiado tiempo: tiene cinco bocas que alimentar y cuidar.
Muchos creyentes norcoreanos comparten la poca comida que tienen con otros y hacen lo mismo con la comida que reciben de Puertas Abiertas. El hermano John recuerda haber conocido un hombre norcoreano cuyo abuelo compartía su comida con los vecinos. «Cuando él era joven, solía enfadarse mucho con su abuelo por regalar la comida cuando ni siquiera había suficiente para la familia», comenta el hermano John. «Su abuelo sonreía y decía: “Así es la vida”». En aquel momento, este hombre no sabía que su abuelo era cristiano, pero una vez que huyó y se convirtió al cristianismo, se dio cuenta de que las canciones que su abuelo cantaba eran canciones cristianas.
Otro mensaje que hemos recibido de creyentes norcoreanos señala: «Con amor eterno Dios cuida de nosotros. Como representante de la iglesia clandestina de Corea del Norte quiero dar las gracias a todos los creyentes en el mundo. Os doy las gracias
de todo corazón».
Gracias por ayudarnos a mantener con vida a nuestros hermanos norcoreanos. Hacer una oración o realizar un donativo puede parecer algo insignificante, pero para nuestra familia en Corea del Norte puede suponer la diferencia entre la vida y la
muerte.
«Os doy las gracias de todo corazón».
Cristiano norcoreano